Para muchas personas la obtención de agua potable es un proceso tan fácil y cotidiano que ni tan siquiera le dan importancia: Se trata simplemente de abrir el grifo de agua corriente o la botella o garrafa que hemos comprado en el supermercado. Sin embargo, esta no es la realidad de muchos lugares donde el agua potable es un bien escaso, e incluso inexistente.
De hecho, según la OMS en el mundo hay más de 2000 millones de personas viven en países con escasez de agua, con datos actualizados a marzo de 2022. Esta situación probablemente empeorará en algunas regiones como resultado del cambio climático y el crecimiento de la población.
Otro dato inquietante: En el mundo hay al menos 2000 millones de personas que utilizan una fuente de agua para consumo humano contaminada con heces, debido a la extendida costumbre en algunas regiones del mundo de defecar al aire libre, sin usar las estructuras adecuadas para el manejo de los desechos humanos, como el inodoro. Aunque los países donde esto tiene lugar han emprendido campañas para concienciar a la población al tiempo que se les provee de las infraestructuras adecuadas, en muchos lugares todavía es un problema endémico.
La contaminación microbiana del agua para consumo humano como resultado de la contaminación con heces supone el mayor riesgo en cuanto a salubridad y transmisión de enfermedades como la diarrea, el cólera, la disentería, la fiebre tifoidea y la poliomielitis, aunque no el único. El agua segura y suficiente, como indica la OMS, es también esencial para prevenir infecciones respiratorias agudas y numerosas enfermedades tropicales.
Y no solo eso: Mejorar el acceso al agua potable, el saneamiento y de la gestión de los recursos hídricos influye en el crecimiento económico de los países y regiones, y contribuye a la reducción de la pobreza.
El tratamiento del agua con hipoclorito sódico
Así, el agua salubre es esencial, ya sea para consumo humano directo, para higiene o para la elaboración de alimentos y otros fines industriales. Esto nos lleva al segundo punto: además de salubre, el agua debe ser accesible, lo que a día de hoy es un problema para poblaciones remotas que no cuentan con una infraestructura cercana y suficiente que les provea.
Una de las soluciones más eficientes es potabilizar los recursos hídricos ya existentes, desde ríos y lagos hasta aguas subterráneas, por poner algunos ejemplos. En este sentido, el tratamiento y desinfección del agua para consumo humano con hipoclorito de sodio es uno de los métodos más eficientes y seguros para la salud, ya que otros métodos «caseros» como hervir el agua no eliminan la contaminación por heces o por residuos industriales. Un dato ilustrativo es que el mercado del hipoclorito de sodio para este fin tiene un crecimiento previsto del 5% anual en el período 2021-2030.
El proceso de desinfección del agua con hipoclorito de sodio no es nada nuevo: Esta sustancia fue descubierta en el s. XVIII por Claude Louis Berthollet, aunque fue el farmacéutico Antoine Germain Labarraque quién descubrió la capacidad de desinfección del hipoclorito de sodio para aplicaciones médicas y sanitarias. Actualmente, sus aplicaciones más frecuentes son:
- Potabilización del agua
- Tratamiento de aguas industriales residuales
- Medicina y sanidad
El hipoclorito de sodio es un compuesto que se obtiene aplicando electrólisis a una solución salina (salmuera). Se introduce la salmuera en una cédula de electrólisis y se le aplica una corriente eléctrica; esto da lugar a dos productos, el cloro y la sosa, los reaccionan inmediatamente para formar el hipoclorito de sodio. Así, el hipoclorito de sodio es un compuesto que contiene cloro en estado de oxidación (NaClO). Si se aplica al agua en la proporción adecuada, reacciona para generar ácido hipocloroso (HOCl), el cual presenta un elevado poder desinfectante.
Una ventaja de este método es que tiene un coste relativamente económico, si se tiene acceso al hipoclorito de sodio. En este sentido, hay una gran parte de la población mundial que no tiene acceso a una producción local, sino que lo importa, con las restricciones y riesgos derivados.
Un factor que se debe tener en cuenta es que las soluciones concentradas de hipoclorito sódico tienen una tendencia natural a la descomposición, lo que genera cloratos. En la Unión Europea, la presencia de cloratos en alimentos y agua está regulada por la Directiva 2020/2184, relativa a la calidad de las aguas destinadas al consumo humano. En otros países, o bien no hay límites aplicables, o bien estos pueden tener unos valores diferentes.
En resumen, para garantizar un abastecimiento regular y suficiente de agua apta para el consumo humano, y para otros usos como la sanidad, la industria alimentaria o el sector médico, es necesario contar a su vez con un suministro regular de hipoclorito de sodio. A su vez, y dadas las restricciones legales para el traslado e importación de materias peligrosas que tienen muchos países, el sistema más eficiente suele ser contar con una producción local de hipoclorito de sodio que pueda abastecer las necesidades tanto de la población como de la industria de la región.